,Palmer, es una película de Apple TV que, me resulta interesante tratar por su contenido.
Personajes marginados, uno por su pasado y el niño por ser como es.
Es la historia de Palmer, un hombre que regresa a casa, después de 12 años de estar en prisión y, Sam, su vecino de siete años.
Sam, es un niño al que le gustan mucho los programas de princesas y, disfrazarse como ellas, se siente cómodo jugando con las niñas de su clase, a veces se pone ciertos adornos en el cabello y, juega con muñecas.
¿Cómo lo vemos en el film?
Esta forma de expresarse de Sam provoca que haya un cuestionamiento constante de sus emociones, sentimientos e ideas por parte de las personas de su entorno.
- Palmer le pregunta: -¿Sabes que eres un chico? y el responde -Si
- Sam mira un programa de princesas que a juicio de muchos es propio del sexo opuesto y, se establece este diálogo:
– ¿Cuántos niños ven ese programa?
Sam responde -Ninguno, pero puede que sea yo el primero.
- Uno de los amigos de Palmer observa al niño jugando como las animadoras y exclama:
-¡Hay algo que está muy mal en ese chico!
Consideran que el niño tiene un trastorno.
- En otra escena Sam es agredido por otro niño, éste le insulta y le pregunta por qué juega siempre con las niñas, Sam solo responde – No lo sé.
Son objeto de rechazo social, bulling o acoso en el cole.
- Hay una escena en la que Sam le pregunta a Palmer -¿Qué es un invertido? Toda vez que el novio de su madre lo llamaba así y, culpaba a la madre de educarlo como tal.
Sufre rechazo en el entorno familiar.
- Para la fiesta de Halloween, los niños deben ir al cole disfrazados y, Sam quiere el disfraz de la princesa Penélope. Palmer intenta disuadirlo, mostrándole otros disfraces, de chicos, y señala que ese de Penélope es de chicas, a lo que el niño responde: – Por qué no hacen uno de princesa para niños.
En muchas ocasiones el entorno familiar reprime a estos niños, ya sea, por miedo a que les dañen, o, por pensamientos como: “si va vestido de príncipe cambiará la forma de pensar o actuar”. El miedo ha sido siempre el gran instrumento para limitar la sexualidad.
“A fin de cuentas, solamente, los propios niños son quienes deben identificar quién y qué es lo que son . A nosotros escuchar y aprender” _Reiner
Con estos ejemplos, hemos tratado de explicar a través del personaje de Sam, la realidad de muchos niños que se gustan como son, pero sufren las angustias causadas por el entorno.
¿Qué hacer?
Dejar que los niños sean libres de expresar sus emociones, sentimientos, e ideas. Los niños con una conducta como la de Sam, lleva a algunos padres a cuestionarse la identidad u orientación sexual, cuando lo que ocurre es que el niño está en pleno desarrollo evolutivo, y estos juegos y juguetes, solo son eso. Son los adultos los que ponen una connotación de trastorno, o de peligro donde no lo hay.
La sexología considera que todos tenemos algún que otro nivel transexuado en nuestros procesos de sexuación, inherentes al desarrollo del sujeto, por lo que no hay ni patologías ni trastorno en la conducta de Sam.
Si somos capaces de normalizar, naturalizar y participar en el juego, ya que está haciendo lo que verdaderamente le apetece y le resulta divertido.
Si existiera menos penalización social, ya sea implícita o explícita a la posibilidad que todos albergamos de expresarnos, el resultado sería un aumento o mayor tolerancia de estas expresiones.
Juzgar, etiquetar o rechazar, solo implica que, pierda relevancia la capacidad de opción del individuo ante su realidad sexual.
Sam solo experimenta esas sensaciones, no las construye. La lógica de la sexuación no forma parte de los designios ideológicos, morales o religiosos. El cerebro, es el órgano que se presenta, como crítico para el desarrollo psicosexual y la adaptación, no los genitales.
Necesitamos que, se universalice el respeto al ser humano, en el ámbito público y privado, que tratemos con dignidad a los demás y, viceversa.
Palmer a su modo, pudo comprender a Sam, protegiéndolo y, dejando que fuere él mismo.
Referencias:
Amazua, E. Teoría de los sexos.
Marina, José A, El rompecabezas de la sexualidad.
Saez, Siverio, Sexo básico